Historia

Nuestra historia más remota, nos dice que fue D. Juan Ponce de León a principios del siglo XIV quien costeara un retablo, por aquel entonces en la que fuera ermita de San Sebastián y, en éste, se pusiera al culto una hermosa figura de un niño Jesús que tenía en su Palacio. Este hermoso niño vestía túnica de brocado carmesí, abrazado a una cruz de plata y potencias del mismo metal.

Ofrecido al culto divino, la devoción popular hizo que pasara a su estado de hermandad a principios del siglo XV. Al ser sus fundadores muchachos o niños, se le llamara desde entonces «Cofradía de los Niños».

Las primeras expresiones de estación de penitencia, se ubican el Miércoles Santo, a la postre se trasladaría al Jueves Santo. Éstas fueron realizadas transitoriamente desde varios enclaves, hasta quedar definitivamente en su ubicación actual.

El Doctor Cevadilla -Provisor que fue de la ciudad de Sevilla- dicta -el miércoles día 1 de junio de 1.566- licencia para facultar a los hermanos y cofrades de esta hermandad a edificar a costas de la cofradía y de la limosna de la misma, una capilla principal donde colocar sus imágenes y enseres en la Iglesia del Señor de San Sebastián.

Se conoce por la breve historia escrita habida en esta Hermandad que las primeras cuentas aprobadas datan entre los años 1.572 a 1.574 y el Primer Cabildo Ordinario de Oficiales que se tiene conocimiento se celebró el domingo día 10 de enero de 1.588.

Unos años después se produce un hecho verdaderamente relevante, es el 03 de Agosto de 1.597, año sexto del Pontificado del Santo Padre Clemente Octavo, cuando se proclama la Bula dada en Roma ‘apud Santum Marian Mayorem’ la que contiene las indulgencias a la confraternidad del Dulce Nombre de Jesús.

Las reglas más antiguas conocidas fueron aprobadas, ratificadas y confirmadas en sus 10 capítulos en Écija el día 26 de Agosto de 1.599, por el Sr. Licenciado D. Pedro de Villa Gómez-Canónigo de la Doctoral de la Santa Iglesia de Sevilla-, por el Ilustrísimo Señor Cardenal D. Rodrigo de Castro -Arzobispo de Sevilla-. Marginalmente, aparecen varias firmas rubricadas, -posiblemente del Hermano Mayor y Secretario- que dice Pedro de Villa – Gómez, y otra que dice Juan Dámaso. En la primera página de las reglas se representa el escudo de la hermandad formado por un sol y unas letras con el nombre de Jesús. Rodeando éste aparece la inscripción «Bandera luz y espejo de nuestra alma, consuelo del cristiano afligido remedio.»

La última vicisitud indirecta y significativa acaecida sobre esta hermandad recae sobre obra de nueva planta de la Iglesia del Señor de San Sebastián, bendiciéndose el 29 de Mayo de 1.768-, asistiendo el clero local y acompañado de capilla de música. En la tarde de dicho día, se celebró solemne procesión general, trayendo el Santísimo Sacramento para colocarlo de nuevo en la iglesia de San Sebastián, A su divina Majestad le acompañó las siguientes imágenes: El Dulce Nombre de Jesús, la de Nuestra Señora de los Desamparados y la del Patrono San Sebastián.

No obstante a todo lo dicho existe un momento, en el siglo XX, acentuadamente separatista: antes y después de finales de los años 60. Es a posteriori de esta década, cuando se revela un espectacular aumento de recursos, tanto desde el punto de vista de lo humano como propiamente de las dotaciones en infraestructuras. Esta época de efecto transición, servirá para constituir las bases de la Hermandad moderna que hoy es.

Condicionantes tan rotundos como las nuevas directrices de la Santa Iglesia Católica –Encíclicas Papales y Sínodo de los Arzobispos del Sur-, así como las propias de jóvenes de aquel momento de iniciativa fresca y valiente, hace que resulte todo ello un excelente ‘caldo de cultivo’.